Por: Klaus Cam y Zewx
Al pensar en cuántas ocasiones platiqué he platicado con Aletz Franco en una década, quizá han sido realmente pocas, pero nuestros caminos se han cruzado tantas veces, que ni nos hemos dado cuenta. Este verano de 2021, en el empinado y peraltado camino hacia la post-pandemia, las rutas se cruzan nuevamente, para platicar en persona, una larga y nutritiva conversación, que seguro dará frutos, energéticos y variados en un futuro, quizá muy cercano.
En compañía de Klaus Cam, acudimos al estudio de Aletz Franco en la colonia Roma, núcleo de convergencias, maquinaciones y productos moleculares, porque de las combinaciones en la diversidad, se conjugan los componentes de un quehacer artístico y de gestión cultural, tan amplio y tan rico, que se antoja gastronómico.
Aletz Franco ha estado toda la vida en el ambiente musical, compone, produce música, la ejecuta. Pero también es un incansable creador y organización de festivales, curaduría de compilaciones ya legendarias, creando su propio sello. Sin duda una de las personas que más experiencias podrían compartir con las comunidades musicales de distintas raíces, géneros y estilos, dentro y fuera de México, y con un sentido del humor que amalgama su personalidad vibrante y emprendedora.
¿Cómo te iniciaste en la música?
Ya desde la adolescencia me tenían que quitar los cubiertos de la mesa, porque me ponía a hacer canciones. Soy muy hiperactivo y desde morro siempre traía la percusión en mí. Como a los 13 años tuve mi primera banda en Cuernavaca, y ahí empezó toda la locura, que se ha ido diversificando; no solo hago música, sino que estoy haciendo muchas cosas aunque siempre todo relacionado con el rock, ¡estoy envenenado de rock, y mi cerebro piensa en rock todo el tiempo!
¿Creciste rodeado de música?, ¿en tu familia había músicos, o cómo fue este acercamiento…?
Sí lo traes, pero fue como mi sombra, la sombra de mi padre, de mi abuelo. Mi bisabuelo fue maestro de música, daba clases en Tepoztlán, mi abuelo y mi padre no tanto, pero mi papá fue siempre muy musical, le gustaban los Creadence, ponía discos, por ejemplo los B-52s, crecí con esa onda de rock de los 70-80, muy pop, Def Leppard, Devo, pero no es una herencia directa, pero sí lo traigo en la sangre, fui con mi terapeuta y me lo dijo (risas).
Pero llega el momento de las decisiones, de las elecciones, y para Aletz en México hay dos caminos hacia la música: o se tiene ese apoyo económico de los papás para pagar los estudios profesionales de música, o alguien que estudia otra profesión y que accede a la música de manera innata, siendo a estos últimos a los que dice pertenecer.
Soy de ese universo de músicos mexicanos que somos autodidactas. Ir creciendo, pero no soy músico de escuela, soy muy experimental, me nace, y hay proyectos en los que he tenido éxito, en otros no, pero siempre he estado ahí, no busco la fama, pero siempre busco la diversión.
Esa apertura experimental junto con el espíritu de diversión ha impulsado a Aletz a conocer una amplia variedad de expresiones musicales, y sobre el fenómeno DJ tiene una particular visión:

Eso también me marcó, porque del año 1990 al ’99, explotó mi descubrimiento por la música electrónica, con los raves, los antros como el Club 303, el Pervert Lounge. Conocí muchos Djs mexicanos, siento que sí me influenciaron y también eso dio un giro en mi interés en la música más enfocada en la electrónica, y ser DJ bastante tiempo, aparte de baterista, y eso fue lo que me llevó a hacer más cosas, publicidad, videos, de todo, hasta “Godínez”, y lo he podido mantener de culto underground, debajo del mainstream.
Estas cualidades que tienes te ha permitido esa búsqueda, esa inquietud, por hacer visible muchas cosas que ahí están, y que tú sabes que tienen calidad, qua hay gente que está haciendo cosas con seriedad y que quizá no han sido vistos y escuchados como debería ser, tal vez la labor de alguien que hace curadurías, producciones, compilaciones, tal vez esa sensibilidad para escoger, elegir, para comunicarse, para conectarse, ¿cómo has visto, cómo has vivido ese proceso?
Ahora que lo estás diciendo, pensé en una artesanía. En México la música es muy artesanal. La gente a veces solo ve el escaparate grande, es el público consumidor de música, algo que ahora ya ha cambiado, pero en los años previos a la pandemia esa historia era que solo los que estaban en la tele y la radio eran los que conoce la gente. Pero hay una periferia, miles de artistas no conocidos, y en ello me clavé mucho tiempo. Por eso inicié mi sello Sociedad Subterránea (SOCSUB), con esa finalidad, de romper con ese cerco en la radio, con ese protocolo para llegar ahí, y propiciar una revolución de artistas más en la fibra de Do It Yourself, en el que se decidió cambiar el camino, y por ello desde finales de los 90 hasta ahora el rock mexicano ha seguido un curso muy subterráneo, y hay bandas buenísimas, de hecho hay un fenómeno de bandas mexicanas más conocidas en Europa y en Asia que aquí mismo. Entonces estamos en ese ciclo del rock underground del siglo 21.
Esta unión de las dos venas de rock y de música electrónica, ¿cómo lo conjugas en tu propio arte y en estos proyectos de producir festivales y compilaciones?
Ufff, están “juntos con pegado”, es como este mapa en internet donde se ve el origen de los géneros electrónicos y cómo se conectan unos con otros. Cuando vas creciendo, te das cuenta que los géneros pueden ser lejanos unos de otros, pero están relacionados, es como la Pangea de la música, cuando África estaba pegada en algún momento con Europa. Creo que la música, como el Festival Normal, son como nodos, donde hay correspondencia entre quienes han estado clavados en el punk, y de repente descubren que el punk se originó al sur con Los Saicos (de Perú), pero relacionados con el boogaloo, o cuando empiezas a descubrir géneros y te abres a ellos, es una maravilla, mezclar jazz con drum and bass, mezclar house con ranchera, como hizo Nortec, y por eso para mí la música es lo más incluyente que hay en el arte actualmente.
Todo el arte ha sido siempre incluyente, pero en la música es más notoria, lo ves hoy con el reguetón, que hoy la gente se horroriza, pero yo valoro eso del reguetón, es lo que está pasando ahorita, no lo puedes negar, pero el que exista el reguetón es entre millones de géneros, creo que eso es lo chingón del mundo, cuando viajas y conoces otros artistas. Por ejemplo en Brasil, vas y conoces por ejemplo en un festival, sonidos que no conoces como la socca, o la misma samba, no la conoces, ya cuando la escuchas en vivo, dices guau, eso no existe en México, y aquí igual, tenemos que redescubrir sonidos que se están, no perdiendo, pero tal vez no los conocemos, del sur, del norte son muy diferentes y eso es muy importante, cuando descubres esos orígenes, diferentes periferias culturales a través del sonido.
Para quienes no conocen el festival LIFA, o que ni tenían idea de que existe, ¿podrías decirnos de qué va?
LIFA surgió en México tras un intento de un festival que se llamó Festival Ajusco, por muchos años, una especie de Glastonbury, pero no funcionó. Después trajimos a un músico brasileño y le gustó la idea, dijo que sería un éxito, y así fue. Le cambiamos de nombre, la Liga Internacional de Festivales y Artistas, en Brasilia, y fue un gran éxito, los primeros tres años. Ahora con la pandemia está pendiente la cuarta edición del festival, pero la intención es importar y exportar músicos y bandas de los países que participan, Brasil, México, Argentina, y con la idea de un “mundial” de música, de rock, se busca el apoyo de las embajadas de los países para los músicos y bandas de jóvenes, para que puedan iniciar una carrera. Ese es el espíritu del festival.
¿Está enfocado en bandas emergentes, independientes o todos tienen cabida?
Todos tienen cabida porque han tocado bandas como Mi Banda El Mexicano o Funk Como le Gusta, que es una leyenda del funk en Brasil, o Salón Victoria, aquí en México, es decir, combinamos a bandas de renombre con bandas nuevas, para que también el circuito se nutra con talento conocido y talento nuevo. Y también hemos traído artistas de Japón, Finlandia, España, Colombia, Canadá y Estados Unidos, que además de música chingona, el espectáculo, la comida, todo eso lo trabajamos para que sea una buena experiencia.
¿En qué proyectos musicales estás involucrado actualmente?
Con la pandemia se dio algo muy extraño con la pandemia, porque antes de que empezara, hubo un revival de una banda de Cuernavaca, Toxina Boogie, de hace diez años, y nos invitaron, íbamos a tocar en el zócalo de Cuernavaca, un conciertazo enorme, y se canceló con la pandemia, y dejamos de tocar, pero con esa banda estamos resurgiendo y haciendo cosas, lanzamos un disco hace dos años, que estuvo enlatado doce años, Doradisiaca, con rolas que apenas vieron la luz. Vamos a grabar también algunas rolas nuevas como para cerrar ese ciclo.
Pero valió la pena ese revival. También, como tuve que hacer música solo, me metí a clases de guitarra, no solo estoy aprendiendo batería, estoy empezando a aprender guitarra, para hacer mis propias rolas yo solo, entonces estoy casi en el estudio haciendo yo todos los instrumentos, siendo multiinstrumentista, es mucha chamba, mucho estudio, pero ahí va. Con el Club Manchego haciendo rolas a distancia: hago una rola, se la mando a un amigo en Los Ángeles, eso hice con Ward, que canta y han hecho rolas, y con músicos de distintos países, México, España, Brasil, y proyectos con muchos remixes, house, techno, drum and bass, como Club Manchego.
De tu experiencia en la realización de compilaciones, desde hace muchos años, con tu proyecto de Antojitos Mexicanos y esta labor titánica de buscar, compilar, seleccionar… ¿nos podrías compartir tu experiencia?
Yo desde chico grababa la radio, entonces traigo esta onda vintage en el cerebro, de las cintas, de hacer mi propio programa, yo hacía mi propio programa en mi cuarto, yo solo, y después tuve un programa de radio durante 5 años en Cuernavaca, era de música electrónica y rock independiente. Siempre me ha dado eso de la antropología musical: soy melómano, todo el tiempo escucho música, compro discos, voy a conciertos, hasta me gusta comprar el disco del grupo “más feo” de México, porque me gusta recopilar, soy acumulador, creo, un poco, de discos, pero sí los escucho, porque soy ,muy auditivo, porque me gusta escuchar el sonido, porque soy adicto al audio, entonces, me gusta escuchar, valorar, pero trato de no discriminar en estos Antojitos…
Acepto cualquier propuesta musical, porque justamente yo fui así en un momento, hice una rola horrible y yo creía que era genial, ¡pero no!, bueno pero la hice, eso es parte de lo que consigo con el compilado de Antojitos mexicanos, y cada año me llevo sorpresas, de artistas que digo “guauuu wey”, 16 años después, cada vez hay más calidad, y mejores bandas y mejores eventos, y también, qué chingón que también estamos quienes seguimos haciendo música, es decir, te mantienes, pero también descubres, cada año es maravilloso encontrar artistas de Chiapas o de regiones que no son tan conocidas todavía, pero que hay jóvenes mexicanos genios que vale la pena recuperar, es el plus de cada año, que me impulsa a no dejarlo de hacer.
De hecho, el discurso que he mantenido en estos años es que la profesionalización de la música está hoy muy presente y antes no, porque hoy la gente quiere escuchar buena música, y justamente se trata de eso, trabajar más, profesionalizarse, y yo a mi edad, tengo 42, pero apenas empiezas, porque cuando tienes 18 o 20 años, en lo que menos piensas es en profesionalizarte, sino drogarte o ponerte hasta el moco de pedo, ahora creo que los chavos tienen eso de hacer las cosas para uno mismo, las cosas que te gustan, aprendiendo de ellos y también contribuyendo lo poco que se pueda con lo mejor, eso es lo chingón, y divertirse, siempre es el plus.
Sin duda la edición 16 de Antojitos mexicanos vuelve a poner la marca, y esta vez con innovaciones y locros mayúsculos, producto de años de perseverancia y enfoque como el que se requiere en SOCSUB, y lo que detalla Aletz Franco deja claro que nos quedamos cortos ante las dimensiones de este disco que se lanzó los últimos días de julio.

En cuanto al compilado Antojitos Mexicanos edición 16, por primera vez, va a salir como un disco en todas las plataformas porque era un relajo de publishing, de disqueras, agregadoras y es parte de la profesionalización de SOCSUB, compilaciones que anteriormente solo se publicaban en el sitio web o en Soundcloud. Ahora ya tenemos una distribuidora a nivel global, en Inglaterra, son dos lados, en total 46 tracks, 23 de rock y 23 de electrónica, experimental, hip hop, música mije, de Oaxaca, en otros idiomas y también estamos incluyendo bandas de Colombia, Argentina, España y Venezuela, que quieren incursionar en México.
También está pensado conceptualmente en una ruta de escucha, una obra que te lleva de principio a fin, en una secuencia, una historia. Por ejemplo la parte electrónica inicia con Anan, una chica mexicana con una propuesta increíble. También incluye a Monsieur Van Pratt, haciendo mash-ups, remixes de electrónica ochentera, disco. Esta también Tetrapolar, que es drum and bass, en vivo. En cuando al lado rock, me gusta mucho Jaus, una banda de shoegaze de la Ciudad de México, súper profundo, buenísimo, y en vivo está también brutal.
Otra banda que se llama Efecto Eko, que es como pop-rock de los 80, como lo que hacía Fobia. Otra banda que me impactó mucho que está experimentando, que se llama Iggy The Eskimo, que es un chico y hace pop folk, muy en la onda de Neil Young, Bob Dylan, canta en inglés pero es mexicano, solo voz y guitarra con algunos sonidos, muy artesanal. Esa es la idea del Antojitos Mexicanos, escuchar la diversidad de la gastronomía mexicana, es tan diversa, que también la música. Es un poco de antropología y también un poco de acumulación, pero va más en el sentido de ser una enciclopedia, una audioteca, ¡ya llevamos casi 2 mil rolas en 16 discos!
Puedes encontrar unas joyitas también, que eso es lo que me gusta, con algunos llamados “músicos de clóset”, gente que existió, que no sabes si sigue viva, pero hace música en su casa, y escuchas cosas que no te hubieras esperado escuchar: una banda de Laredo, un grupo de Reynosa, uno que hace música en Torreón, que dejan su registro, al darse espacio a otros artistas. Es una prueba de que hay muchas propuestas, unas mejor que otras, pero sí hay talento.
[Nota sobre el lanzamiento de Antojitos Mexicanos en el diario La Jornada].
Antes de despedirnos de este amigo de Urbe01 desde hace tanto tiempo, la pregunta obligada es la circunstancia actual, que ha cambiado también, quizá para siempre algunos usos y costumbres en el disfrute y vivencia de la música. No podría haber un mejor remate que no intentar predecir el futuro, sino inventarlo, diseñarlo, las posibilidades son quizá más abundantes y desafiantes.
Hoy se habla mucho de lo que era antes y después de la pandemia. Se ha vuelto una referencia. ¿Tú cómo vez el regreso a la acción musical?
El futuro no se puede predecir y ahora con esto, no se puede decir “nunca va a pasar nada”. Yo me sentí como si fuera la tercera guerra mundial, hasta pensé que era un exterminio, no sé, ha habido mucha desinformación. Pero para responder la pregunta de cómo se va a acoplar la música a la pandemia, al antes y el después: ahorita el reto es no perder la cabeza; el reto de no salir, de estar como en una cárcel invisible en tu casa, y de repente ya no tener contacto con músicos ni hacer música en vivo, es algo muy cabrón, como artista es parte de tu terapia y tu vida, pero entonces te vas acoplando o adaptando.
Siempre hay eso, como una adaptación, pero lo chingón del momento es que también hay innovación. Entonces, aunque fue un putazo en seco para los músicos, y me incluyo, un macanazo en el hocico: “bájale de huevos a tu ego y ponte a crear todavía más cabrón y sal de tu zona de confort”. Entonces eso es lo chingón de la pandemia, que si eres un artista vas a hacer algo diferente, y eso es lo chingón de los músicos, que los grandes genios, ahora están haciendo cosas más cabronas que antes.
Ya no lo hacen con el público enfrente pero están haciendo música diferente, mezclando, haciendo cosas a distancia, usando las tecnologías, creo que va por ahí, el mundo va a tener que diversificarse más y el arte también. Eso es lo interesante de este momento, que es descubrir cosas, experimentar, de probar, no dejar de hacer música. Y es un momento para decir “ya no quiero hacer la misma música de siempre”, y los grandes músicos hacen canciones todos los días, y va a seguir siendo algo divertido pero con otras dinámicas, con otros flujos…
Creo que también le dio en la madre a muchas cosas que eran como mafias, que estaban muy en control, y ahora ya no están en eso, y qué bien que ahora, el campo, para los músicos, está libre, entonces muchos están en la misma condición que el más famoso, porque si éste no le invierte, pues nadie va a verlo y es lo mismo para todos, que están en el mismo nivel. Algunos podrán tener alguna diferencia, por el presupuesto.
Pero la gente está ávida de música, de salir, entonces, mientras los artistas le demos más de eso a la gente, y el que esté trabajando, la gente va a verlo, pero el chiste es no parar.
Ya se olvidaron las fiestas, los conciertos, las tocadas, los ensayos, los livestream también dan un poco de hueva, bueno, vamos a empezar a hacer otras cosas, más música, más discos, más colaboraciones, o hasta otros estilos, va a explotar otra vez algo, para bien, y hay que mantenerse positivos, porque si no, te carga la chingada… Hay que seguir adelante, hasta la muerte.
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