Los temperamentos de la creación: Álvaro Ruiz (1966-2023)

Publicado originalmente en enero de 2002 en la revista Urbe01

Los primeros años de este siglo fueron decisivos en el curso de la música electrónica contemporánea en México, en sus expresiones cercanas a las comunidades de jóvenes de hábitos nocturnos. Los músicos, productores y djs completaron con ese ingrediente propio las pistas de pequeños clubes de culto o festivales masivos, y muchos de ellos no sólo alternaron con pesos pesados internacionales, sino que vinieron experiencias de trabajo y giras mundiales.

Los contornos de las escenas, sin embargo, se fueron con las grandes olas del momento y entre otras cosas, por una microindustria que nunca fue, la atomización de esos talentos, muchos de ellos optando por residir permanente o parcialmente fuera del país.

En ese elenco de lujo ocupa un lugar destacado Álvaro Ruiz, quien hasta ese entonces había desarrollado varios promisorios proyectos como Ruisort y Balboa, que son iconos infaltables de esta historia.

Ubiquemos entonces la presente entrevista en ese momento epítome de la electrónica mexicana, en que por ejemplo el sonido Nortec estaba dando su primera vuelta al mundo.

Entrevista íntegra, como fue publicada originalmente, una sesión coordinada y ejecutada por Carlos Prieto, realizada en el estudio de Álvaro Ruiz, en la Colonia Roma.

Con una discreta pero exquisita carrera dentro del rock subterráneo de la capital, que arraiga en el grupo –para muchos de culto- Simples Mortales, Álvaro Ruiz, algunos años después, regresa como vengadora figura, productor y crítico de la electrónica experimental, colaborando primero con Balboa, en un puñado de intrincados temas entre los que destaca Plastic Judas On Fire [Mil Records], el cual, en poco tiempo, se ha vuelto un clásico –desconocido- del IDM nacional.

El único “norteco” del D.F, habla para Urbe 01 sobre sus obsesiones y gustos musicales con el optimismo campeador que sólo una mente solitaria embebida en sus aparatos podría tener.

¿Cómo es tu trabajo actual?

Estoy siguiendo de cerca dos proyectos relativamente nuevos: Balboa y Ruisort, que se desprende de Sánchez & Ruiz, en donde mi colaboración era en un 93%, la parte de programación, las composiciones y la estructura, y pues se debe dar el nombre real a las cosas; Andrés Sánchez estaba participando como músico invitado, más que como un colaborador permanente.

¿Estás trabajando en colaboración con algún otro músico actualmente?

Bueno, están los de Nortec, con los que estoy haciendo tracks y remixes; tengo trabajo con Panóptica y hay un proyecto con Emmanuel de Real, tecladista de Café Tacvba, pero aún estamos planeándolo.

¿Cómo explicarías tu trabajo con Balboa? ¿Ha cambiado tu orientación, tienes los mismos intereses, se han diversificado los sonidos y referentes que tiene, los resultados que haz obtenido?

Todo ha ido cambiando a medida que he ido escuchando toda esta escuela del tecno alemán (house micro, click). En un principio mi interés se orientaba más al sonido IDM y a un tratamiento con ese tipo de referente. Para mí lo relevante de Balboa es la exquisitez sonora, pues no da tregua a la búsqueda, desde la narrativa hasta la música.

¿Qué diferencias específicas tiene Ruisort ante Balboa?

Es mucho más fácil de asimilar, más easy listening, por decirlo de alguna manera. No le exige tanto al escucha, tanta atención, es mucho más amable en ese sentido, y maneja un concepto muy claro, el del lounge, básicamente toda la influencia del lounge mexicano de los años 60 y 70.

¿Cómo explicarías tu formación musical en general y tus intereses actuales?

Tengo haciendo música prácticamente toda mi vida, desde niño, desde la primaria, tuve la fortuna de asistir a un curso de música con un maestro de una aptitud increíble, que desde pequeños nos alentó mucho a las dinámicas de improvisación y a la creación de instrumentos. Desde entonces tengo en esto un refugio importantísimo, garantizado. De la música que escuchaba, tuve la suerte de tener tanto hermanas bien discotequeras, como un hermano que profundizó en cosas más serias, y siempre fui conciliando esas dos influencias. Tuve mi época de John Travolta, sin ninguna bronca, hasta épocas mucho más hardcore, más pop, etcétera, pero siempre con el afán de buscar más, el tratar de encontrar un curso. Siempre escuché mucha música en mi casa, mi madre iba para pianista –incluso tiene un oído absoluto, pero creo que ni ella misma lo sabe–, pero nunca nos puso a estudiar algún instrumento obligadamente, pero decidí estudiar piano y entré al Centro de Investigaciones y Estudios Musicales (CIEM) cuatro semestres, en la carrera de Composición. La abandoné y estuve con uno que otro maestro, pero sin mucho método, Definitivamente mi formación ha sido más bien empírica.

Con toda esta música que has escuchado durante tu vida, ¿existen algunos músicos o compositores mexicanos que te impresionen o te gusten especialmente, y que de alguna manera inspiren tu trabajo?

Sin duda, desde Silvestre Revueltas, que me parece impresionante, sobre todo en la música sinfónica mexicana me parece de los más importantes, y Juan García Esquivel, un genio increíble; también Pérez Prado, que no es mexicano, pero como si lo fuera, son para mí como la trinidad sagrada y recurro mucho a ellos, de hecho, y sobre todo a Esquivel: analizo mucho los efectos y texturas que logra, el timbre, la combinación de instrumentaciones, el arreglo, lo abigarrado de su narrativa, los sonidos y estilos tan visuales de su música, es increíble, sus colores, me encanta, cualquier arreglo de Esquivel de cualquier cosa, es un viaje maravilloso.

Ahora con el auge de lo que es llamado música electrónica y el supuesto paradigma de lo digital, ¿qué piensas de la música contemporánea encontrándose con el pasado, todas esas falsas fronteras entre géneros y épocas, como el rock y la electrónica?

Creo que todos tenemos la necesidad de enmarcar nuestros propios límites para sentirnos seguros. Siempre produce cierto desamparo tener que romper con ciertos tipos de cosas y ser absolutamente inclusivo con todo. Creo que es de la naturaleza humana, pero depende de cada quién qué tanto quiere mantenerse en su propio encarcelamiento de conceptos. Para mí la música es música, y yo ahora estoy apostando a esta forma de narrarla, me queda muy bien, una parte muy consecuente y lógica de mi carrera. Yo no creo estar siendo para nada oportunista, al contrario, me la estoy jugando, me considero músico y, como tal, afortunada y desafortunadamente —como se vea— creo tener la sensibilidad de apreciar la música en sí misma.

¿Cómo ves hoy en México la expresión de nuevas inquietudes musicales? Por ejemplo, los artistas con los que te has involucrado para proyectos y presentaciones en vivo, la retroalimentación que has tenido con otras personas…

Creo que hay mucha materia para comenzar a tratar de generar los elementos de una industria, hay casos en que el trabajo es de tal calidad que podemos acercarnos al mundo a un nivel y tipo de relación completamente bilateral, sin ningún tipo de patrocinio ni subsidio. Que sea un lenguaje más usado y creado finalmente por  culturas de otros países, no nos pone en desventaja con respecto a ese discurso, y creo que en México el discurso existe y hay excelentes músicos, en todos los géneros, y eso es reconocido en todo el mundo.

No nos vayamos con el engaño de que quien es dueño de los medios o creador de la técnica, o quien ha desarrollado la técnica es quien tiene mejores discursos; aquí no se trata de mejores o peores: insisto, si nos clavamos más en el discurso, si lo depuramos y usamos esto como un artificio, podemos estar al grado de generar una industria que pueda negociar en igualdad de términos con cualquier otra en cualquier parte del mundo.

Realmente es hasta extraño que nosotros mismos nos sorprendamos con el cierto éxito alcanzado, pareciera ser que vamos cargando un estigma de subdesarrollo, que ser músico o artista es jugar a las olimpiadas, el mejor alimentado, el más preparado, tiene más las de ganar, pero estamos hablando de arte, no de destreza física.

¿Cómo ves es el proceso creativo de Balboa, a quien conoces y con quien cercanamente has colaborado al grado de que algunos creen que tú eres él?

Es bastante azaroso en algunos casos; en otros, por lo general parte de una idea narrativa. Por ejemplo, analizando cómo está desarrollada toda la obra de “Pedro y el Lobo”, para hacer una versión electro y con otra conclusión de la fábula. Él me llamó por que es mi obra favorita y pensó que podría ayudarle a deconstruir el final. Para mí esta historia es como el miedo —completamente humano—, a ser alienado, verte en un grado de locura, fuera de ti, esa es la idea, la analogía fundamental y creo que le sirvió mucho, a ver que hace el hombre. 

En las sesiones que he tenido con Balboa él empieza por trabajar sobre un sampler o una temática de audio que luego voy desarrollando, y en la evolución del proceso, esto puede quedar totalmente descartado, o puede ser como una parte temática fundamental en toda la pieza, y eso lo va dictando el mismo proceso.

¿Los títulos de sus temas tienen algún significado específico?

Generalmente sí tienen un significado en mi trabajo, y surgen a la par del proceso de creación, pero casi siempre es al final, cuando ya se ha desarrollado un trabajo, y empieza cierta introspección para ver hasta dónde me ha llevado, y así nace un título.

Ruisort en cambio usa los títulos para desarrollar sus temas, es envidiable, por ejemplo puede pensar en el nombre de un submarino ruso y hacer una pieza de lounge soviético. Yo no puedo hacer eso.

¿Qué te pareció la presentación de ambient Spanda Research (integrado con DJ Linga y Arthur Henry Fork)?

Creo que fue riquísimo, muy fuerte y desgastante, al desarrollar dinámicas de trabajo lógicas, plantear un modelo con una estructura dada y llevarla a buen término. Cada quien trabajó a su manera en dos movimientos, de alguna forma, para presentar seis movimientos o una obra de seis piezas, apelando a valores universales que buscaron transmitir, a partir de una propuesta básica con estructuras, sonidos y herramientas disponibles, permitiendo la improvisación y la interacción en vivo. AL ver a este trío trabajar de cerca, estoy seguro que lo único que estaba estipulado era la sonoridad y la intención de cada pieza, dar continuidad ad libitum, a la narración desarrollada en ese momento.

Creo que este proyecto podría dar mucho más, pero siento que por ahora los tres tienen muchos otros proyectos a los que dedican la mayor parte de tiempo y esfuerzo. Yo por el momento estoy trabajando en la remezcla y versiones salsa del tema de The Police “Walking on the Moon”, junto al Fellove, miembro de la orquesta de Pérez Prado. 

En el uso de la tecnología para hacer música, ¿hasta dónde llega lo prefabricado y dónde empieza la creatividad real?

No hay que irse con la idea de que lo que no está hecho “en vivo” es mejor, y la forma en que esto se vende puede ser culpa de los promotores. Hay productores de música excelente que nunca van a tocar en vivo, y eso no desmerita su trabajo. Lo que puedo decir es que un llamado acto en vivo, sí debe por lo menos generar algunos elementos modificables en el proceso de la ejecución, como la relación y ambiente con el público, por ejemplo. En ese sentido, yo hasta ahora no he tocado “en vivo”. Si me interesa preparar mi set para tocar en vivo tal cual, de esa forma, pero mi trabajo es el de productor y así lo expongo.

Cuando mezclas en tornamesas, ¿cuáles son tus motivaciones, qué música te gusta usar, para qué públicos, en qué lugares y momentos?

El desarrollo de la música electrónica implica la generación de espacios adyacentes que no sean necesariamente el club y el dancefloor, los antros y las fiestas masivas. A mí me gusta mucho el ambient y música para escuchar, que no invite obligadamente a la pista de baile. En ese sentido hay pocos lugares, pero se están abriendo algunas plazas, curiosamente en la tarde. A mí lo que me gustaría mucho es poner música en cafés, que no sea invitación al reventón o al abandono y el relajo acostumbrado; puedes disfrutar muy bien música para tomarte un café, y ese tipo de ambientes son para mí muy interesantes. Tiene que ver también el que no bebo alcohol, y cuando voy a antros generalmente sólo voy a tocar.

¿Tienes reservas frente a algún género, hablando del dancefloor?

Mucho no es de mi particular agrado, pero haría mal en descalificar de entrada. De hecho yo comencé en la electrónica haciendo trance, y me presenté por primera vez en un par de raves a los que me invitó Martín Parra, y mis primeros tracks son de trance, y en la línea del progresivo, de hecho, y tienen una función muy válida, incluso impresionante. El psychedelic trance puede ser muy impresionante, pero no olvidemos que la música también es política, aunque no nos guste, no la política como posición partidista, sino todo lo que conlleva, y en ese sentido me parece que el discurso del psychedelic se desmorona de entrada, porque es incongruente, porque un discurso que dice “PLUR” (Peace Love Unity and Respect), pero que excluye si no eres y piensas así, es una contradicción obvia. Entre otras cosas vende una idea de apertura, pero al contrario, al final hace víctimas fáciles de alineación y control para el gobierno y el sistema: una multitud de jóvenes drogados es fácil de controlar, pero la música  en sí me parece muy poderosa y con una razón muy clara, pero no la comparto porque no es mi época, no me interesa esa actitud agresiva.

30 Abril 2014. OPEERA Morten J. Olsen, Ruben Patiño, Yann Leguay, Alvaro Ruiz, Gudinni Cortina at Centro Cultural España, Mexico City.

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