Hablar de Autechre (se pronuncia Au Teker) es como escucharle, siempre conlleva una dicotomía, por un lado nos enfrenta a composiciones totalmente fuera de lo ordinario, complejas, corrosivas, caóticas, ruidosas, arrítmicas, y por el otro, cautivadoras, atrayentes, refrescantes, y sobre todo estimulantes. Lo mismo se puede decir de ellos como unidad, con una carrera que abarca 30 años e infinidad de lanzamientos, puede llegar a ser difícil llevarles la pista, con su actitud críptica y misteriosa por momentos. Y por otro lado, se puede decir con facilidad que es uno de esos grupos que marcan tendencia, que cambiaron la historia, siempre al borde de la experimentación, manteniéndose al centro de un movimiento, el de la Intelligent Dance Music o IDM, aunque a ellos les parezca tonto el término.
Sin embargo con Autechre toma completo sentido dicha denominación, y es que la labor de Rob Brown y Sean Booth siempre ha sido incorruptible e insobornable, a diferencia de personajes como Aphex Twin, que se volvió una mala copia de si mismo y cuyo mayor atributo en la actualidad es hacer marketing con su nombre e imagen. Mientras el otro es alabado y consumido por snobs, hipsters y seudointelectuales de la música, el dúo de Manchester continúa explorando y avanzando en terrenos inexplorados, manteniendo aquello del brain dance vigente.
Formado en 1987 por un par de chicos de Rochdale, Manchester, que se conocieron en la escena graffitti local y comenzaron a intercambiar mixtapes y crear sus propias composiciones.
Lanzaron su primer single “Cavity Job”, en 1991. Posteriormente aparecieron en la compilación Artificial Intelligence de Warp Records en 1992, y el resto es historia.
Su disco debut, Incunabula, publicado en 1993 y que tuvo un sorpresivo éxito, se mantiene como uno de culto, y a partir de ahí no cesarían de producir música, siempre sorpresiva y propositiva, con cantidad de álbumes, EPs, singles, colaboraciones y remixes, sin contar grabaciones en vivo.
Varios de sus álbumes se han convertido en piezas esenciales no sólo para la llamada IDM, sino para la música electrónica en general, Tri Repetae, Chiastic Slide, Confield.
En tiempos recientes han sabido mantenerse sorprendentes, con lanzamientos digitales sólo para gente que se suscribió a su mail list, grabaciones en vivo y sesiones de stream maratónicas, en abril de 2018, con cuatro livestreams (uno semanal durante un mes) a través de NTS Radio y que fueron publicados como NTS Sessions 1-4, con un total de ocho horas de duración.
El 2 de septiembre pasado, a través de un tweet, la disquera Warp anunció el lanzamiento de SIGN, el nuevo álbum del dueto, y el número catorce en su discografía, con fecha de salida del 16 de octubre.
Una semana antes, el día 08 de octubre, Autechre lo presentó transmitiéndolo en su totalidad a través de su website. En SIGN retoman su lado más ambient y contemplativo, sin dejar de lado su característico sonido. Haciéndolo quizá el más “amigable”, al menos de los años recientes, eso sí, continúan los nombres cuasi impronunciables. En él, siguen girando sobre su propio eje sónico, tal como la imagen que ilustra la portada, tridimensionales y metálicos.El disco está compuesto por once tracks:
M4 Lema. Ocupa cada uno de los planos de las 3 dimensiones, salpicado de bleeps, clicks, glitches y chispas texturales, en un devenir digital que encuentra orden en el caos.
F7. Da la impresión de que tomaron el viejo órgano de alguna antigua iglesia y lo transfomaron en un sintetizador disonante, chords chirriantes de coloridos timbres saliendo de las boquilla de los tubos virtuales mientras Autechre recibe a sus parroquianos.
si00. Nos sumerge en un mar de burbujeantes tonos y angulosos drum kicks, mientras volcanes submarinos de bajas frecuencias hacen erupción viajando de un oído al otro, haciendo uso del clásico pero infalible paneo.
esc desc. Emplean nuevamente acordes agridulces, entre la melodía y la disonancia, que se mueven sobre una base noise drone, que me remite a algunos trabajos de Rafael Anton Irisarri y su drone de guitarra procesada, profundo y lleno de texturas.
au14. Con un sonido más autechreiano sin llegar a ser tan abrasiva, hay algo de naturaleza inocente en este corte de IDM clásica, un tono infantil se cuela entre los resquicios rítmicos, casi suena a chiptune. No me sorprendería escucharla en el soundtrack de algún videojuego.
Metaz form8. Se construye sobre notas sostenidas, ambient pop polifónico de estructura minimalista, melódica y emocional.
sch.mef2. Una elucubrada estructura laberíntica, construida sobre un piso de breaks a tempo medio.
gr4. Parece ser la hermana de F7 o su continuación, tomaron el mismo órgano y entregaron una pieza parecida pero más melódica.
th red a. Asistimos a una sinfonía espacial de trémulas notas. Wendy Carlos meets Autechre en el espacio.
psin AM. Rara vez escuchamos a Autechre con una base 4/4, y én este track la usan, ambient techno trasnochado para ver el amanecer, a un lado de The Sight Below y GAS.
r cazt. Texturología y ambient para cerrar el álbum, con un sonido que bien pudo haber firmado Fennesz y su guitarra procesada ad infinitum, al que acompañan con algunas notas del órgano que estuvo sonando a lo largo del álbum y salpicado de pequeños punteos melódicos.
El disco se puede adquirir en Bandcamp o directamente en su tienda.
Y también escucharse en plataformas de streaming.
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