Autor: Miguel Fadlalah
Llegué a Mircea Popescu ¿por las razones equivocadas? A qué tipo de artificios ¿aleatorios? me he expuesto, al dejar mi laptop prendida bajando algún documental X de algún blog X que comparte materiales X distribuidos por servidores rusos X, principalmente, fuera del alcance de los tentáculos legales del copyright occidental… No lo sé pero esta mañana vi la necesidad de guardar y cerrar la inverosímil cantidad de “pestañas” de ambos navegadores, vaya manía procrastinante eso de “al rato lo veo” y así durante días acumular decenas de lecturas, visualizaciones digitales en la impasible pantalla de la computadora, ponerlos en los bookmarks es condenarlos al olvido, es el tonto lema de todos los días que valida la adicción.
Y estaba en esa revisión cuando me encontré una imagen que creí pornográfica. Es el header de algún ignoto sitio web. Dos mujeres desnudas una oculta su rostro en un cunnilingus con la otra que porta la tan socorrida máscara del personaje de V for Vendetta. A veces los downloads gratuitos te llenan de publicidad extravagante y chats sexuales, videojuegos para adultos, sitios de citas, en fin, que te asaltan en páginas de aterrizaje en tu pantalla, de todo eso que hoy es tan popular en internet, perfectas carnadas para incautos ciberdeambulantes.
Pero no, antes de cerrarlo sin más como casi siempre hago, observé de rebote unas cuantas palabras que llamaron mi atención y caí en cuenta de que se trataba de un blog, uno bastante nutrido. Veo gran cantidad de artículos recientes y desde hace bastante tiempo, un chat activo de apretada concurrencia. Es lo que me encanta de la red, que es un placer enredarte, perderte entre callejones digitales clicando y escroleando y ver que pasan las horas y vas de página en página de video en video entre posts y podcasts, sin duda el paraíso de la procrastinación.
Puedes detenerte a holgazanear en un típico nicho digital superpoblado o navegar en locaciones flotantes, habitadas por tribus que hacen de temas islas o planetas completos. Así que estoy en un blog que lleva por nombre Trilema, al fin me animo a revelar hasta el cuarto párrafo, porque recién me acaba de interesar. Repaso con estroboscópica mirada la abigarrada columna de links a los artículos, en un entorno que parece wiki, fondo blanco caracteres muy pequeños color índigo suave en los links, añil en las fuentes, pero son los temas, sobre todo el artículo que está frente a mí, lo que empuja a mi dedo a mover el scroll cada vez más dirigido, y comprobar que es un post larguísimo, del viernes 25 de octubre, y se llama Kotelna. No tengo la más remota idea de la referencia pero me suena a Europa del este. No sé si es un lugar, un nombre de persona, un suceso.
Un párrafo pequeño y la foto de una chica sonriente tal vez en sus tardíos treintas, de cuerpo un tanto grueso pero voluptuoso, de vestido malva apretado, botas y medias negras. A sus espaldas un sólido edificio estilo burocrático, de colores burocráticos, me entero estilo postindustrial de la era soviética. Escroleo rápidamente tremendos bloques de párrafos en inglés y fotos muy gráficas del contenido que, ahora reparo, va de la onda BDSM fashionista.
Un par de palabras saltan a mi lectura aún desarreglada, y tratar de entender en general de lo que trata porque en las primeras palabras ya me intriga y no acabo de captar el sentido concreto, no porque esté en inglés y un inglés bastante rico en léxico pero también soez, con pinceladas de slang de eficaz y vertiginoso artificio, que envuelve, con un estilo muy personal, un auténtico blog, una bitácora de vida, un diario, mantenido y actualizado por años y años.
El artículo está rematado por una larguísima serie de fotos, todas ellas de un performance fotográfico, precisamente en la onda BDSM, con esta chica de la foto, una compañera y eventualmente coprotagonista de las aventuras narradas de manera entretenida, cruda, firmado por Mircea Popescu. Leo trozos del post, sobre una tendencia de visitar antros clandestinos con performances BDSM y laxitud en los comportamientos sexuales en dichos antros.
Pero, a ver, a ver a ver, ¿de qué trata este blog Trilema realmente?, que en sus categorías incluye temas que van del feminismo a las criptomonedas, especialmente bitcoin, escándalos políticos, y por supuesto, sexualidad. Acudo a los mensajes en el cuatro de chatbox, veo el nombre del administrador, súper activo, Mircea Popescu, el del autor del artículo, nombre masculino típico de Rumania. Empiezo a fisgonear y confirmo que se trata de un blog básicamente personal, editado desde hace al menos 12 años, y cuyo administrador y autor se hace llamar Mircea Popescu.
Cada vez más intrigado veo uno tras otro varios títulos de sus artículos y me sorprende agradablemente su dominio de la prosa inglesa, pero también de varios temas de alto grado de dificultad como las criptomonedas, precisamente. En sus posts y comentarios aparece una foto de perfil pero se me hace harto improbable que se trate del tal Mircea Popescu, alguien muy barbado, tal vez gitano, en una foto diminuta que nos e puede ampliar, algo que termina por intrigarme más.
Obvio que lo siguiente que hago es googlearlo en las imágenes para ver su rostro, su aspecto, y encuentro pocas imágenes que relacionen a Popesco con Trilema, y encuentro que se trata de un respingado rumano, delgado y alto, una especie de dandy al final de sus treintas, cabello claro, de mirada y postura arrogante y vestimenta como de los años 40, con trajes sastre de tres piezas y sombrero. En algunas fotos en que se acompaña de la chica de la foto y el edificio y advierto que se llama Hannah y que le gusta posar BDSM style.
Me gusta, me gusta, me gusta. Y voy de sorpresa en sorpresa porque imaginé a una persona como la del perfil del blog Trilema. Definitivamente exploro este larguísimo post de textos y fotos pero, intrigado por el link ocupado por las palabras quinta y sexta con que empieza el texto: “mysterious addresses thing” esta “cosa de los domicilios misteriosos”, y al seguir leyendo veo que no tengo remedio que clicar primero ese link y ver finalmente de qué carajos tanto texto y fotos de un tema, ajá, muy misterioso.
Pero a ver, antes de entrarle al link cuyo slug dice al ponerle encima el cursor: “buenos-aires-bdsm-la-casona-del-sado-aka-faker-house”, y digo, no esto ya es demasiado, necesito leer un poco más de Popescu antes de leer estos dos textos que por lo que veo me llevarán gran parte de la tarde, pero lo vale, seguro.
Así que primero, claro el link de Wikipedia en cuanto veo en la descripción que es creador del blog Trilema y experto en criptomonedas, ¡oh, ah! y además interesado en el BDSM. Al menos me entero de que es un nombre que alude a una persona real, de carne y hueso, varón de casi 40 años, oriundo de Transilvania, Rumania, y que no sólo publica profusamente brillantes artículos sobre criptomonedas y especialmente sobre el fenómeno bitcoin, sino que es también una especie de hedonista diletante, activista que se dice socialista chic que le fascina desenmascarar fraudes y también es famoso por ello.
Sin más, me pongo a leer “Buenos Aires BDSM: La Casona del Sado, aka Faker House”. ¿De qué se trata entonces eso de los “domicilios misteriosos”? Nada más y nada menos que de una red de turismo clandestino BDSM, y nuestro amigo Mircea, que también es viajero frecuente, nos presenta una incursión en los subterráneos de la capital argentina, a una de esas casas con un código de acceso y demás, y nos platica una hilarante desilusión cuando se percata de que hay dos reglas en el lugar: No sexo y no desnudez, lo cual escandaliza al joven rumano, quien lamenta agriamente que le prohíban cogerse incluso a “lo que traigo desde casa en mi propia bolsa para perros”, y remata que ni su propia madre osaría tener ese tipo de reglas en su casa.
Con verdaderas ganas de quejarse con la anfitriona, una señora argentina más bien madura, en este punto Mircea da una muestra de su temperamento con una fuerte andanada contra la “gente vieja”, a la que adjudica la estupidez como distintivo, o al menos está tan enojado para no aceptar que en un lugar así prohíban la desnudez. La señora, de nombre Sofía, le muestra el lugar, grande lleno de pasillos y al menos 12 habitaciones, con artefactos, parafernalia y una abrumadora mayoría de hombres, un cockfest, le llama Mircea. A nuestro Mircea o le queda más que apechugar, y aburrirse con una botella de vino en mano.
Regresemos entonces al artículo que nos catapultó a Buenos Aires y de regreso a Kotelna. Seguimos leyendo, apenas es el primer párrafo. Pero a la medida en que avanzo en la lectura, me doy cuenta de la alta categoría de verdadero connoisseur en materia de BDSM, con un principesco conocimiento, gusto y petulancias con desplantes que rayan definitivamente en la intolerancia más feroz, señaladamente contra la gente obesa, contra la que se descarga sin piedad, sentimiento disparado por la presencia abrumadora de personas con sobrepeso, que acuden a una fiesta BDSM, y de ahí el nombre de Kotelna, porque debo investigar qué es o dónde es eso, y resulta que es un club BDSM en Praga, República Checa, y ahí está, ofendido por la presencia de gente obesa, a punto de entrar a la fiesta, ubicada cerca de la estación del metro.
Después de despotricar párrafos enteros contra esa imperdonable obsesión, que llama, de comer y comer todo el día, siendo la única vocación absoluta de una población que no debía de existir, insiste furibundo, y asegura que es una total estupidez permitir gordos en la comunidad BDSM, y que preferiría hacerlo con Hitler (!!!!). Tremendo Mircea se revuelca totalmente en ácido y me pregunto cómo será su escritura en otros temas. Me distraigo un poco viendo otros posts para no sentir náusea con tanto improperio, y observo que bloguea como otros muchos sobre lo que lee, lo que come, los lugares que visita, unas increíbles fotos de aves, un colibrí en su mano, un águila en su ventana, acompañado siempre de Hanah, y me pregunto si no le incomodan las evidentes chaparreras y probable celulitis de su compañera, novia, amiga, esclava, en este punto no me queda nada claro, sino su prolijo y exquisito paladar para los juguetes y parafernalia BDSM.
Al visitar una sex shop contigua al local de la fiesta en el Koltna, se luce con espectaculares epítetos para relamerse de satisfacción con esos expansores, ese látex de perfecta manufactura, los dildos de exclusiva manufactura o las finas pieles estupendamente curtidas, fustas, látigos, correas y correajes, máscaras y diverso tipo de esposas y collares, disfraces, indumentarias selectas.
No sé si volveré a visitar este blog que tanto me intriga. Veo las fotos con sus dos chicas acompañantes en los “salones de juegos” del lugar, con potros, máquinas de “tortura”, utilería de todo tipo para tomarse unas buenas fotos, pero también tiene una breve colección de adjetivos para las portentosas y muy rollizas caderas de ambas féminas, a las que pretendidamente azota, ambas sonrientes, pícaras, juguetonas, complacidas jóvenes damiselas, desnudas y rasuradas, ambas en liguero y medias, Hanah de negro la otra chica, castaña, de medias rojas, posando tanto en esos salones que parecerían más un taller de carpintería o museo de pueblo, para tomarse fotos que un club “sadomaso”, para después atreverse a fotos locas en los pasillos del metro.
Al hurgar en la breve biografía de Popescu en Wikipedia veo que entre sus viajes, que presume haber estado “en todo el pinche mundo”, vivió un tiempo en México, no se dice cuánto tiempo, cuándo, ni dónde exactamente.
Veo en su web un banner anti Facebook con el lema ” Say No to platforms”. Definitivamente regresaré, a leer sus entradas sobre criptomoneda, post-socialismo, sus ficciones bizarras de Pricess Babydoll y otras historias.