El 18 de mayo fue el Día Internacional de los Museos. Mi idea de celebrarlo fue saltar de conferencia online a videos hechos para ese día y publicaciones en los sitios digitales de diferentes museos del ICOM. Entre todas estas charlas y situaciones del “espacio” digital hablaron diseñadores, curadores, urbanistas y artistas. Compartieron métodos para hacer mejores “espacios” virtuales para relacionarnos con los espacios reales.
De pronto me pegó: las metáforas del espacio en entornos digitales son fáciles de comprender y, como arquitecta frustrada, me gusta mucho como suenan. Sin embargo, con cada reflexión en las charlas cada vez era más visible algo que va más de un problema espacial y los límites entre “afuera” y “adentro” de La poética del Espacio de Bachelard. Los “espacios digitales” no sólo no están afuera de nosotros, sino que el internet cada vez más está adentro, en nuestros sentidos y órganos.
Empezando con pequeñas relaciones como que los sitios de los museos son “un brazo” del mismo. La página, los videos, objetos tienen “un look & feel” que nos hace ir intuitivamente a cada hipervínculo y el stream líquido que nos atraviesa. É. Urcades dice “el diseño de una interfaz en un sitio web está pensado para la sensación y percepción de los órganos que usan las personas para procesar información”.
Un gran tema de las redes sociales es la dismorfia corporal al compararse constantemente con cuerpos retocados, usar filtros y cómo queremos vernos o nos vemos a nosotros mismos actualizando las fotos de perfil conforme los años actuales o estados de ánimo. Nuestra interacción digital más que un lugar donde vagar, un refugio en el que habitar, parece más un aumento a nuestra sensibilidad, una dismorfia o el cambio de percepción de nuestro cuerpo y expresión personal.
Sí, existen personas que se han hecho cirugías extremadamente invasivas para aumentar sensibilidades en su “hardware”. Son los cyborgs de nuestra época. Pero si pensamos como É. Urcades, no necesitamos una operación riesgosa para adquirir nuevos sentidos. Basta con prender un dispositivo y ver cómo nuestras vidas privadas cambiaron antes de imaginar cómo se vería la vida pública.
Sí quiero hablar sobre la esfera pública y privada de Habermas, pero primero sobre la vida interna de las personas que se fusionó con los programas y algoritmos. La experiencia de uno mismo se extiende al ambiente tecnológico. En palabras de Donna Haraway “¿Por qué los límites de mi cuerpo deberían coincidir con los límites de mi piel?”. Si buscamos recomendaciones sobre qué ver, escuchar o leer al algoritmo porque nos conoce mejor que nosotros mismos. Si nuestra memoria y mente está extendida en el celular.
La percepción, los pensamientos internos, privados que tenemos con nosotros mismos y con los demás están confundidos en lo “público”. Creo que nuestra esfera privada está más alterada por el software que hace sentir nuestros órganos con una necesidad por “googlear” todo, buscar recuerdos en redes sociales. Y entonces ¿cómo podríamos conocer a los demás, comunicarnos y organizarnos sin tomar en cuenta nuestra mente extendida en internet? Lo que llamamos espacio público digital me parece más personal.
Entonces, asumir la esfera pública y privada de Habermas en estos tiempos es raro. Este modelo está basado en los cafés, salones y asambleas de Europa en 1800. Estos foros estaban pensados con la percepción de la prensa libre en la que el público era un ecosistema de publicadores y lectores privados. La cultura de la imprenta favorecía una organización lineal, abstracta, racional e individual.
Ahora nuestras personas digitales, los avatares, nuestras acciones y formas de navegar están sujetos a las decisiones de diseñadores y desarrolladores. Así, para saber las acciones públicas, primero tendríamos que entender las particularidades de nuestra esfera privada. Las sutilezas de lo que significa ser en la era digital. Porque los espacios públicos nunca son contenedores sin ideologías. Están diseñados para un participante modelo imaginario y juegan un rol determinando los tipos de comunicación disponibles. Para entonces saber qué cedemos, cómo nos organizamos en el espacio público, cuáles son las nuevas instituciones y a quién le pertenecen qué memorias.
0 thoughts on “Diatriba al espacio público digital.”