La música como una experiencia de inmersión narrativa. Aunque no necesariamente tiene que contar una historia, una composición puede diseñarse para una particular penetración sensorial inducción acusmática, si se quiere.
Puede inducir poderosamente la imaginación del escucha con una propuesta sonora que detone procesos de imaginación. El arte sonoro, los géneros musicales de experimentación, introspectivos, paisaje sonoro, y los que incluso de manera explícita como una canción pop, entrañan un código narrativo que cautiva los sentidos en distintos niveles de efectividad lírico-musical.
La obra de Made Noise se inscribe dentro de las bandas sonoras para una cinematografía mental. El arte sonoro y las distintas expresiones del ambient, estarían pisando esas teclas misteriosas que activan nuestras funciones cerebrales más primitivas o ¿quizá las más avanzadas? La música concreta, el radioarte y las grabaciones de campo, son recursos que contribuyen a la codificación de dichas cajas sensoriales-emocionales, de tono color, textura, sintagmática sonora y diégesis.
Las historias detrás de A lighthouse in the dark pueden hacer de la escucha un viaje mental, historias de misterio incluso aterradoras, de inefables portentos en la oscuridad del océano convertido en bestia onírica de oscuridades insondables. El tratamiento de los recursos electrónicos para irrumpir en los oídos en forma sigilosa, como las piezas de entrada “Main Lighthouse Theme 1” y de cierre, “Main Lighthouse Theme 2” de este conjunto de 10 tracks –más bien cortos, ninguno llega a los 4 minutos.
Publicado por el sello alemán de techno oscuro, Ignore the Past, en A lighthouse in the dark Made Noise explora este concepto con el tercer trabajo de una trilogía de bandas sonoras para esta casa disquera.
La subindustria del soundtrack para cine, tv, videojuegos, instalación sonora y el livestreaming de inducción para meditar, para relajarse, para concentrarse, para dormir, para crear, hacen irrelevante las fronteras entre géneros, plataformas y soportes.
Los relatos de un faro, por su carga icónica, por su tradición como icono, metáfora, alegoría, zona de guerras mentales, ente fantasmal, a la vez la luz en el fondo de la negrura infinita, pero también torre que navega entre sueños y mareas, viejas maldiciones y misterios.
Largos drones a la deriva que se estrellan somnolientos en “The road”, notas gravísimas y un latido lejano y profundo en el granulado tendido de texturas, con una nota que emula a un sonar.
De tintes siniestros “The hate” crece de un bajo profundo y difuminado y un sintetizador y tambores que dan pinceladas sonoras, pasa a un tratamiento e navegación ligera en “A good place”, breve pieza a sotavento sobre una película “escracheada”, granulosa, el rápido latido de la marcha nocturna.
Una de las mejores piezas del álbum, “Forest of Evil Interlude 1”, con una exploración de secuencias de bajos infrasónicos que avanzan sobre un latido telúrico muy lejano y la presencia difractada en primer plano. “Steps” corre sobre un latido que parece metrónomo acolchado con drones de ríspida textura, cuerdas metálicas de sintetizador. “The Sun” es otra de las grandes piezas del álbum en sus poco más de 3 minutos, el latido transmuta y entra en la bahía de sintetizador en potente primer plano.
“Forrest Of Evil Interlude 2” es un regreso minimalista al tema de la primera parte con una largada de drone y sintetizador y unos murmullos apenas perceptibles. “Steam” incursioa en un tratamiento granular de las texturas acuáticas sin abandonar la paleta oscura de sonidos.
Producir soundtracks para filmes o ambientes imaginarios, podría haberse instaurado desde las condiciones de la música acusmática hasta la música llamada muzak o easy listening, particularmente los conceptos de un Brian Eno en Music for Films (1978). Los varios subgéneros y estilos del ambient exploran desde distintos planteamientos estéticos y musicales, la imaginería desplegada en una temática.
Aquí les dejamos un par de trabajos emblemáticos de Made Noise.
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