Antología de Música Experimental de México (circa 2020)

Tomado de A Closer Listen traducción literal del texto firmado por Captain Freakout.

Entre las ediciones discográficas que salieron al mercado en el fatídico 2020, destaca poderosamente Anthology of Experimental Music from Mexico, con una curaduría a cargo de Unexplained Sounds Group.

Cuando se dice que hay una cierta narrativa que emerge de las excelentes antologías curadas por Unexplained Sounds Group, en las cuales el mundo en el exterior del llamado norte global (sic) es un lugar con muchas tradiciones e interacciones más allá de las banalidades en un género como la música experimental, cuya definición es de cualquier manera útil para los escritores extraviados en la vaguedad.

Los sitios donde son más prominentes esos lugares comunes, tales como la disrupción de la tonalidad, un abordaje exploratorio al fenómeno del sonido – ambos representativos de una configuración “globalizada” o “universal”, en lugares donde los músicos ligeramente fuera de esa línea se convierten en interesantes. Estas categorías racionalista/romántica ha estado en el centro de la discusión relacionada con el modernismo por los últimos dos siglos, y una de las formas mediante las cuales se expresa es una tensión conceptual entre “progreso y tradición”, como dicen las notas en esta antología.

En ellas se describe a México como un lugar supuestamente dividido en dos polos incompatibles, reafirmando la anterior narrativa en la cual los románticos europeos se hallan ellos mismos viviendo en un “no-lugar”, desarrollando y enarbolando una estética exótica y orientalista (apropiaciones por otros) con el fin de atacar la homogeneidad del discurso racionalista que encuentra en Europa la fuente lo genérico para todas las cosas. La superior representación de la universalidad en todos los dominios de la vida

Después de todo, no es música electrónica que surge verdaderamente de un vacío de tiempo adelantado al nuestro -si criticamos las grandiosas historias que los vanguardistas de mediados del siglo 20 contaban de ellos mismos, es posible ver que existen muchas continuidades entre las fijaciones de los románticos tardíos y las de ellos. La línea entre Charles Ives y John Cage no revela el abandono de lo antiguo, pero su reformulación para los fines de lo nuevo, una intricada relación que sitúa incluso lo más estridente de los experimentalistas dentro del marco de las tradiciones.

¿Qué era más novedoso en 1968 que Switched-On Bach de Wendy Carlos? ¿Qué pudo haber hecho Milton Babbitt sin Schoenberg, y qué pudo haber hecho Schoenberg sin Wagner y sucesivamente? Identificar las tradiciones de la música europea significa hacerla tan interesante como cualquier otro conjunto de tradiciones; es necesario abandonar las posiciones universalistas que esconde corazones de imperios y pretenden ser la norma, que por sí solos son genéricos, que la tradición es algo que existe en otro lado, cuando la modernidad aún no ha llegado.

Con toda justicia, la relación es complicada por la oposición romantizada de las excolonias alrededor del mundo, abrazando culturas nacionales distintas narrativas contrarias a la ley de los pueblos que pretenden encarnar el curso correcto de la historia, imponiendo sus propios sistemas en otros lugares. Su oposición está entonces enraizada en el marco de un amplio conjunto de movimientos y redes que incluso incluyen a los imperios a los que se oponen. En otras palabras (desde la investigación sobre las músicas), la línea entre Julián Carrillo, quien desarrolló un sistema microtonal completo desde alrededor de 1922, llamado “teoría del Sonido 13”, y Carlos Jiménez Mubarak, pionero de los nuevos métodos de composición experimental, a finales de los años 50 en México, fue quien conectó historias locales, regionales e internacionales similares. El nacionalismo del México del siglo 20 fue también misión de la vanguardia (pensemos en Diego Rivera, Frida Kahlo, etcétera), y su configuración anticolonial, antiimperialista llegó a reflejarse en una fórmula que simplemente revertía las tensiones entre universal/particular: lo que es particular al arte mexicano en corto es también lo que lo hace universal.

Nuevas y más actuales aproximaciones a estos problemas centenarios han erigido de entre los pensadores decoloniales y postcoloniales en todos lados. En cualquier caso, incluso utilizando los “términos maestros”, acabar con la dicotomía tradición  vs progreso significa reconocer que la concepción de progreso es por ahora un impulso tradicional en sí mismo, y que la tradición no es la carga inmutable del pasado; también significa reconocer que, por ponerlo simplemente, no hay un universal y que ninguna articulación cultural lo determina, sin importar lo poderosa que pueda ser. La Antología comienza con “La noche del nahual”, de Rogelio Sosa, que no solo incluye palabras en náhuatl sino también referencias aurales al mundo sonoro prehispánico del cual conservamos, con muchas dificultades reconstrucciones de piezas sueltas de un rompecabezas. Estas referencias no son evidentes para quien sea que haya escuchado interpretaciones tanto serias como kitschy de cómo sonaba la música mesoamericana; son el resultado de síntesis de pensar la música electrónica a través de una imagen sonora del pasado regional.

El segundo track revira este entendimiento, aunque es más evidente en su contexto mesoamericano: “Acahual with the chia”, por Tecuexe Band despliega sólidas percusiones y ritmos de la clase que imaginamos procedentes de esa región, acompañadas por algunas modificaciones electrónicas. Asimismo, en lugar de un nombre que mezcla español y náhuatl como en el primer track, mezcla náhuatl e inglés.

Esta es la forma en que la Antología se presenta a sí misma, a través de una imagen (tanto literal, en la portada, como aural) del México y su pasado prehispánico, ante todo directamente con la corriente musical, lenguajes enraizados en un pasado común mucho más amplio.

Pero mi punto de vista es éste: las tradiciones musicales prehispánicas son también una innovación modernista, y mientras que el nacionalismo cultural hizo su propio intento de reconstruirlas (pensemos en  “La noche de los mayas”, de Silvestre Revueltas de 1939), esto sería el ambiente para-académico de los músicos experimentales que siguen lo que daría a esas tradiciones su forma actual.

Aunque es importante, esta conexión al pasado del país no fue exactamente el motivo principal para los nuevos músicos desarrollando música electroacústica y experimentación desde 1960, y corresponde muy bien con la forma en que dicha Antología simplemente sigue otra ruta después de los primeros dos tracks. Sería poco productivo proyectar esa misma narrativa “nacional” a estos trabajos, tratado de encontrar lo esencial en la música experimental mexicana; en vez de ello, lo que se detenta en muchas de estas piezas de arte sonoro es su voluntad para tocar simultáneamente con el ataque a la estabilidad de las categorías musicales. Sazonadas con títulos dadaístas de algunos tracks, la Antología cambia rápidamente entre drones, ejecuciones cercanas al noise, paisajes sonoros, y secciones electroacústicas más formalizadas. Nunca se dirigen directamente hacia lo desconocido -incluso los tracks más exploratorios como la pieza de Heraldos Negros, “Amydrós” (palabra griega que significa “crepúsculo”) o el track de Rodrigo Ambriz, un collage de formas largas, “Et voici la fièvre” (del francés “y ahora, la fiebre”) mantiene un cierto grado de accesibilidad, con una prestancia para ser escuchada.

Pueden ser murallas impenetrables de ruido o dejarnos suspendidos en el vacío del ambient, pero siempre regresan para gratificar al escucha con secciones más silenciosas, con sonidos relativamente reconocibles, con tonos que silencian el cuerpo. Incluso la pieza de Concepción Huerta, estridentemente titulada “INVASIÓN”, mientras gruñe entre drones agudos, representando un paisaje sonoro con bombardeos de ruido, transforma su intensidad hacia un estado meditativo, terminando con un simple silencio. Su aproximación transforma el asalto a los oídos en el espacio del pensamiento, el terror de un huracán que se internaliza en nuevas formas de percibirnos a nosotros mismos.

La disposición para hace del experimentalismo un proceso que cualquiera podría tocar, incuso encontrar paz en ello, es lo que hace tan poderosa esta Antología. Es seria, sí, pero nunca solemne, con todo y el halo de misticismo con la forma en que se presenta, y los artistas presentados sinceramente nos introducen en nuevas posibilidades en la organización del sonido. Olvidemos el progreso y la tradición –esta grandiosa Antología pertenece cabalmente al aquí y ahora, como cualquier otra clase de música experimental, y está conducida por una multiplicidad de historias que fácilmente hace estallar la burbuja de la nación, de la región y así consecutivamente.

Una nota crítica final es que dado el actual contexto, no solo de México sino de muchas otras naciones del mundo, esta Antología adolece de la presencia de mujeres. Como en muchas de las historias de la música experimental, no es que simplemente no figuren ellas –sean Johanna Beyer en Estados Unidos, Alicia Urreta en México, o Else Marie Pade en Dinamarca, los autores tienden a minimizar su estatura al dar más prominencia a sus pares masculinos.

Aquí se perdió una oportunidad, en el sentido de que las  mujeres en todos lados han logrado hacer proliferar sus voces más que nunca, a través de los medios digitales, y en México lo han logrado contra todo obstáculo, en contra de una sociedad que continuamente las asesina.

Compilaciones recientes por el sello Sisters Triangla Records (que descriptivamente se denomina Feminoise México) y el colectivo Híbridas y Quimeras (con el combativamente titulado Compilame’sta) han derribado las vallas del género en la música comúnmente asociado a los hombres.

Así, por muy atinada que sea la selección (Concepción Huerta, Leslie García, Sunnesther), es una pena que solo 3 mueres figuren en esta Antología que presenta a 16 artistas en total. En ambas compilaciones tienen una postura opositora fructífera, diversificando los límites de la música experimental como un género de vasta tradición se revela estar firmemente enraizado en una serie de referentes masculinos: en un sentido, no temen que la música no suene como se espera que suene la música experimental, pero ciertamente así es. Mientras que la Antología decisivamente desarrolla una visión del presente, se pudo haber beneficiado de muchas otras propuestas femeninas en su ruidosa lucha para dejar que nazca el futuro, y dibujar el horizonte de una música nueva más allá de la vieja y cansada historia de los “grandes” hombres.

Dicho esto, la Antología es de cualquier forma una emocionante proposición, una plataforma para conexiones entre artistas de México y fuera por uno de los más avezados sellos pensantes en nuestro medio musical. Verdaderamente espero que Unexplained Sounds continúe con esa consistente trayectoria de excelencia, documentando prácticas de alrededor del mundo con tal profundidad en el cuidado. ¡Aquí hay muchas más antologías!

Consíguelo en la página de Unexplaind Sounds Group Bandcamp.

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