Eduardo Henriquez y Caroline Chaspoul emprendieron un viaje al poblado Xpujil (del maya, “cola de gato”), en el corazón de la selva del sureste mexicano, en el estado de Campeche. Lo que hicieron fue grabar con micrófonos binaurales los densos ambientes naturales, pletóricos de sonidos vivos. Esa colección de datos y registros sonoros, también se complementó con el uso de instrumentos ancestrales como gongs, ocarinas y una librería de pistas de materiales diversos.
El resultado es un verdadero viaje sonoro, que rompe los moldes y fronteras de las grabaciones de campo, el arte sonoro y la música de inmersión, como le llaman ellos, “trance psicoacústico”.
Caroline, nacida en Francia, Eduardo nacido en Chile, labran un entramado sonoro narrativo en el campo de las atmósferas etéreas en un solo track de 40 minutos, “Xpujil”, pieza publicada en el sello emblemático Crammed Discs, de Bélgica, en la serie Made To Measure.
Si hay una pieza de inmersión sonora de gran calado, es precisamente Xpujil, ya que expone esas zonas aurales de lo sagrado que puede invocar una geolocalización con sonoridades que invocan pasajes cinemáticos de imaginación desaforada. Convocan eclosiones sensoriales que desbordan los contornos de una escucha simple para dar paso a la experiencia aural.
La utilización de materiales orgánicos y minerales como materia de la narración sonora sorprende con sus ominosos hallazgos tímbricos. La participación del artista japonés de música electrónica residente en Nueva York, Ikue Mori -célebre por sus reinterpretaciones de los sonidos de los insectos-, y Gaspar Claus, ecléctico talento en el cello -conocido por sus múltiples colaboraciones, desde Rone a Jim O’Rourke-, contribuyen ambos a dotar de una estética fantasmal con trazos metamusicales de alto impacto sensorial.
Esta visitación implicó el trabajo y procesamiento de un cúmulo de pistas sonoras de una selva de magia atemporal.
La deconstrucción de estos componentes de un mundo insospechado de flora, fauna, númenes atmosféricos y meteorológicos de ese microcosmos que podría ser la banda sonora de un libro de Carlos Castaneda o una guía surrealista de vestigios arqueológicos enclavados en la vegetación, en una zona maya pero que tiene capas de reminiscencias de culturas más antiguas.
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