La canción de Roland: un sueño llamado ReBirth RB-338

Por David Futrelle / Publicado originalmente en Salon.com en agosto de 1999

Traducción: z.k.

Era una tarde cualquiera de verano de 1997 cuando Wing Poon llegó por accidente al sitio web de Propellerhead (Reason Studios) y encontró software que respondió preguntas que ni siquiera se había planteado.

Creyó que encontraría información acerca del grupo retro-groove The Propellerheads, pero en cambio se topó con una compañía sueca llamada Propellerhead Software, fundada en 1994, que ha creado una curiosa pieza de software que imita los sonidos de tres máquinas electrónicas clásicas: dos cajas de ritmos y un sintetizador para bajo, que virtualmente componen los sonidos elementales de la música techno.

El sintetizador Roland TB-303 fue llevado al mercado a principios de los 80, y fue diseñado para darle un soporte de bajo a los guitarristas que trabajaban solos en casa con cajas de ritmos. El 303, como se le llamaba en corto, no brindaba una total emulación del sonido del bajo porque sus líneas debían reprogramarse laboriosamente, nota por nota, y el teclado no podía tocarse en tiempo real. Dos años después la Roland sacó del mercado este producto.

A finales de esa década, los músicos preocupados por costos que buscaban una máquina barata para sustentar el bajo, encontraron una respuesta en el 303 y descubrieron que podía sonar bastante bien, siempre y cuando fuera programado correctamente.

En 1987, un colectivo de Chicago conocido como Phuture (formado por Spanky, DJ Pierre y Herb J), lanzó el primer track basado en el distintivo sonido del TB-303: “Acid Track”, un groove dance condimentado con un sonido hipnótico que muy pronto sería identificado como acid house. Otros músicos pronto descubrieron que los sonidos sub-bajos de las cajas de ritmos en el Roland 808 y 909 podían producir bombas sonoras que podían cimbrar una habitación, y en un pestañeo toda una comunidad de músicos aspirantes al acid house clamaron por esas máquinas que producían esos maravillosos sonidos artificiales.

La música electrónica en general buscó absorber esta innovación y las referencias son múltiples, desde Fatboy Slim al titular una de sus piezas “Everybody needs a 303”; Daft Punk tiene su “Revolution 909” y, obviamente, está el grupo 808 State. Por entonces los precios de este instrumento descontinuado asaltaron los cielos –y allí siguen.

Una nueva generación en los albores del siglo XXI descubrió los “juguetes” de las máquinas Roland, pero esta vez como software. Propellerhead Software nombró muy apropiadamente como ReBirth esta emulación del sintetizador 303 junto con las cajas de ritmos 808 y 909, que tanto han impactado al mundo de la música en el planeta. Una devota comunidad de hackers sónicos han creado miles de sonidos alternos que pueden ser ejecutados con software, en un cluster de desarrolladores, fans, entusiastas y maniacos del sonido acid.

Cuando fue liberado el programa en 1997, ReBirth parecía transpirar un tufillo nostálgico, y muchos de sus primeros usuarios consideraron que sus funciones estaban muy limitadas para ser considerado como un auténtico instrumento. En un momento en que el software especial para música literalmente ofrecía decenas de tracks y una cantidad prácticamente infinita de sonidos, ReBirth sólo ofrecía tres tracks, sin capacidad de sampleo -y su sintetizador ni siquiera podía emular cuerdas. Esto realmente enfureció a la legión de productores ortodoxos de las cajas Roland originales, y consideraban una verdadera blasfemia equiparar siquiera un poco las capacidades y alcances.

Entonces un puñado de músicos que usaban ReBirth decidieron hackear hacia el corazón del código del programa, imaginando usos del software que nunca fueron pensados en ser aplicados -parecido mucho a lo que sucedió con el 303 y los pioneros del acid house una década antes. Replicaron los sonidos percusivos de la caja de ritmos, cambiándolos por otros de propia manufactura, y compartieron sus avances con otros usuarios. Así, armados con programas de gráficos y muchísima paciencia, comenzaron a modificar el aspecto de la máquina virtual, con lo que ReBirth se acondicionó con varias “pieles” al mismo tiempo que se cargaba de sonidos nuevos y versatilidad.

Más temprano que tarde una comunidad entera de hackers musicales empezó a crecer en torno de los “mods” de ReBirth (así se conocen estos módulos construidos por el usuario) y el software empezó a generar devoción entre varios cientos de seguidores fieles. Había nacido el culto al ReBirth: “el programa y el sitio web son la promesa de las computadoras e Internet, plenamente realizada”, escribe Fred Stesney en un mensaje electrónico en el foro de Propellerhead Software. “Cuando vi los resultados de su más creativo potencial en este talento superlativo de una comunidad colaborativa, cuando ese talento puede inventar todo en el arte por el arte, me hace feliz estar vivo a finales del siglo 20”.

La segunda versión de ReBirth fue manufacturada con una caja de ritmos adicional -una emulación de la 909- en parte para permitir el potencial de los hacedores de “mods” más flexibilidad para agregar sus propios sonidos, que podrían ser desde secuencias de percusiones hasta rebotantes cuerdas house e incluso capas de textura jazz, todos estos sonidos ingeniosamente empacados en los secuenciadores de percusiones del software. Los “mods” fueron diseñados para producir piezas Rebirth de distintos sabores -de industrial oscuro y disonante hasta ambient trance en viaje con cítara. Algunos “mods” duplican el timbre vocal de algunas divas y otras piezas de sonidos de los primeros días del acid house. No hay restricciones para los sonidos que pueden empacarse en un “mod”: una reciente novedad en los archivos de Propellerhead: BadRat, que está basado en “sampleos” de las correrías de un ratón doméstico en la rueda de su jaula, que produce un efecto percusivo único, para decir lo menos.

La gente en Propellerhead reconoció que “al principio fuimos lentos para entender y aceptar la escena mod”, según Dennis Schissler, ingeniero mecánico y fanático del ReBirth fan, “pero eventualmente la compañía se dio cuenta de cuánto enriquecía al producto el desarrollo libre y abierto”. Hoy en día existen decenas de “mods oficiales” publicados en la página de Propellerhead [Reason Studios] así como un grueso número de “mods no oficiales” publicados en otros sitios relacionados con el ReBirth, como “Computer Controlled”.

Más que un juguete para el hackeo amateur, la mayoría de los “mods” ReBirth son producciones finas con samples esbeltos y limpios, así como interfaces gráficas elegantes, que incluso han llegado a ser mejoras del original, que está diseñado para semejarse lo más posible al aspecto de las cajas de ritmos Roland del mundo real.

De acuerdo con Kurt Kurasaki, un talentoso y energético hacedor de “mods” conocido en al Red como Peff, que lo más difícil de elaborar en el mundo “mod” es concretar las animaciones de las perillas para que trabajen correctamente.

La comunidad ReBirth ha sido muy entusiasta al compartir sus canciones: los archivos de Propellerhead ahora contienen alrededor de 1,000 canciones enviadas por usuarios en todo el mundo; existen incontables canciones adicionales publicadas en sitios no oficiales y que se distribuyen vía correo electrónico. Mientras tanto, un número de músicos cuyo único instrumento es el ReBirth, han habilitado una comunidad virtual propia en MP3.com, publicando decenas de tracks armados completamente con software, habiendo hasta la fecha liberado 3 discos compactos recopilatorios.

La cultura que se ha propagado a partir del uso de esta herramienta ha roto con las barreras de la geografía, idioma, edad, gustos, particularmente en la primera categoría pues hay músicos ReBirth en cada pequeño hueco del planeta, desde Islandia a Saudiarabia Saudita, de Letonia a la República Dominicana, pero hay una realidad alarmante, la comunidad ReBirth es abrumadoramente masculina.

Para el director de Propellerhead, Ernst Nathorst, lo alcanzado con este software es como un “sueño mojado”, pero lo más satisfactorio para el equipo de esta compañía es la actividad sin precedentes entre los usuarios, intercambiando música, comunicándose por correo electrónico, edificando comunidades virtuales, creando “mods” y ofreciendo respaldo mutuo.

Mucha de esta actividad tiene lugar en el sitio web de Propellerhead. La compañía se ha embarcado en la escena “mod”, publicando archivos oficiales y desarrollando software gratuito y otras herramientas para apoyar en la construcción de “mods”, con lo cual ya no es necesario hackear para producir, sino sólo remplazar los sonidos pregrabados de los “mods”, para lo cual existen dos programas ModPacker, de Propellerhead, y otro fabricado por los usuarios, ReNovator.

¿Qué hay detrás de este software para que propicie tanta dedicación? Mucho del atractivo puede rastrearse a las cuasimágicas propiedades del Roland 303 en sí. Como destaca Simon Reynolds en la “Generación Ecstasy”, la historia reciente de la música techno y la cultura rave, el 303 produce “patrones de bajo que se desarrollan como rizoma” a hipnotizan como los fractales. Precisamente porque la máquina es compleja de programar, el 303 tiende a generar errores inspirados y felices accidentes, en mucho parecido a lo que sucede en la teoría del caos al producirse fenómenos complejos a partir de procesos básicos”.

Pero el actual culto al ReBirth transciende la nostalgia del acid house. A pesar de que algunas canciones hechas en este programa suenan virtualmente idénticas al acid house simple de fines de los 80, muchos de quienes hacen la música hoy en día nunca han tocado un Roland en la vida real –y quizá ni siquiera han escuchado alguna pieza de acid house antes de empezar a manipular las perillas del ReBirth.

Parte del atractivo de ReBirth es que el software no sólo recrea el sonido del 303 –en sí genera también la experiencia de tocar el aparato real, y por cantidad de dinero significativamente menor. La interfaz consiste en una consola virtual con perillas y botones que pueden ajustarse y reajustarse (con clicks de mouse) en tiempo real. Como toda máquina Roland, también emula sonidos, y con unos cuantos clicks en una perilla, se puede pasar de un austero sonido a la Kraftwerk a melodías de gran complejidad rítmica; las notas disminuyen su importancia ante los sonidos producidos.

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