Al toparme con este documental de 25 minutos de la vida de un DreaMinimalista, en la serie biográfica de la cineasta Marie Losier, como una tentación efervescente me asomo en ese atisbo intimista a la vida de Tony Conrad y explorar sus aventuras en el esoterismo hilarante de su espontáneo existencialismo, y su gusto por los estilos camp, de poética kitsch y hasta con unos brochazos de cajun, ese rudo country-blues del pantano en jitanjáforas deliciosamente bobas.
En este breve documento fílmico, con goloso sabor casero, vemos a un Conrad como un fauno en sus terrenos delirantes de una forma de arte que no le deja en paz un segundo, y le hace rememorar los tiempos en que conoció al pornógrafo, Jack Smith, en su narrativa de yuxtaposición de crudo barroquismo.
Entiendo ahora todo el viaje de Conrad, similar al que cruzó la demencial ficción del escritor polaco-británico del mismo apellido en El Corazón de las Tinieblas. La obra de Tony es una relación sadomasoquista con el arte, y se burla y bailotea, y hasta prepara unas entusiastas conservas de celuloide en escabeche, de rollos de películas viejas, meticulosamente preparadas, según el libro de cocina de su madre, el Fannie Farmer Cook Book, y también la razón de que saliera de Harvard para arrojarse a la experimentación, exponiéndose a los conceptos y obra de música aleatoria de John Cage y al trabajo de David Tudor. Tuvo como compañeros a David Behrman, Christian Wolff y Frederic Rzewski.
Para ver el documental completo:
https://www.ubu.com/media/video/Losier-Marie_Tony-Conrad%20DreamMinimalist_2008.mkv
La vida como obra de arte en flujo
La vida de Tony Conrad se manifestó como un acto de arte en sí mismo, un manifiesto en tiempo real, el de su existencia. El conjunto de su obra reviste una sentencia irónica, iconoclasta, pánica, dionisiaca… Un diletante que hasta los últimos días de su vida –que culminó en 2016 junto con su lucha contra el cáncer–, detentó ese espíritu lúdico, su punzante humor creativo que dio vida a sus propuestas más serias. Un protagonismo que no necesitó de la celebridad para construir su propia narrativa sonora, tan relevante como la de su compañero de andanzas, La Monte Young o su contemporáneo Steve Reich y Philip Glass en el Olimpo de la música minimalista norteamericana.
Creó su propio y único vocabulario, pero disfrutó del anonimato porque potencia la irrestricta libertad creativa, sin compromisos externos, sino la expresión ligada como un magma volcánico desde el centro del homo faber-ludens, ese que crea sus instrumentos y sus entornos en el ritual del juego.
Cuando cursaba el quinto año su padre le compró un violín y lo metió a clases, y así empezó una relación de amor-odio con el más celoso y reticente de los instrumentos de cuerdas, hasta que después de golpearlo con el arco y arrebatarle alaridos de parto, después de furiosos staccatos por fin pudo domar a la bestia al descubrir la calma de un sonido sostenido indefinidamente, para obtener un canto límpido, una onda sonora en una experiencia de flujo. Había nacido la música de “violi-drone”, aunque varios dicen haber acuñado el de “música eterna”, que puede seguir como el aura en la frecuencia de un hilo que no cesa, un haz lumínico en la curvatura del universo espectral.
La pánica existencia de un fauno diletante
Nacido en Baltimore en 1940, su cruzada con el violín microtonal super drónico no le impidió años sabáticos para dedicarse a producir arte, cine, y una larga carrera docente. Siempre introspectivo, introvertido, se sintió cómodo como piedra angular de innumerables colaboraciones en los principales movimientos vanguardistas en la cultura contemporánea de Estados Unidos.
Su “música eterna” se erigió en lenguaje sonoro performativo en flujo de larga duración y amplificación, con una tonalidad rigurosa para liberar la más audaz exploración de las insospechadas dimensiones del sonido.
Pronto conoció y se unió a los proyectos del compositor y saxofonista LaMonte Young y el grupo de improvisación que tenía junto con su esposa Marian Zazeela, en las vocales, Angus MacLise en la batería, en la guitarra, Billy Name, más tarde miembro distinguido de la tribu de Andy Warhol.
Alrededor de 1963 una nueva alineación también con Zazeela y John Cale, integraron un ensamble que indistintamente se conoció como Dream Syndicate y Theater of Eternal Music.
Siempre a gusto en el anónimo back end, pulsa sus cuerdas ásperas, incesantes, de variaciones microtonales, protagonizandoen momentos escaladas estentóreas que irrumpen del subsuelo y rasgar membranas de audición en un flujo drónico, tormentoso y sublime.
Su concepto fractal del tono alunizó con una brillantez deslumbrante con Four Violins (1964), precioso documento de sus exploraciones con el tono y el sonido en bucles que se transporta en una pieza pétrea de fascinante aspereza. Se recuerda también su partitura para órgano en el filme Joan of Arc, y su estroboscópico filme the Flicker (1966), con el apoyo de Jonas Mekas, una experiencia audiovisual altamente demandante, de magnético arrebato sensorial.
También tiene una intensa aunque breve fase de grabaciones con los alemanes Faust, Outside the Dream Syndicate, que después consideró el propio Conrad como una faceta “suave” en su catálogo, considerándose como percutor inspirador de The Velvet Underground.
Fueron constantes sus colaboraciones con el mismo John Cale, Angus MacLise, Charlemagne Palestine y Genesis P-Orridge, considerándose una fuerte influencia en la cultura noise indie DIY como Somic Youth, en particular Thurston Moore, así como Sunn O))) y Jim O’Rourke, quienes emplean en distintas dimensiones la estética drónica, cobra especial relevancia después de su muerte.
Recién se redescubrió una grabación sublime, Ten Years Alive on the Infinite Plain, grabada en 1972 en el New York Art Space the Kitchen, reeditada en 2017, concebido como ensamble para un cortometraje en blanco y negro, siendo la obra más relevante de su autoría en emerger en más de una década, pero se esperan nuevas exhumaciones.
The Death of Tony Conrad (2005) (dir. Richard Wicka) Entrevistas y testimonies de Conrad desde que le fue diagnosticado cancer en 2005
The Death of Tony Conrad, Part 1
The Death of Tony Conrad, Part 2
The Death of Tony Conrad, Part 3
The Death of Tony Conrad, Part 4
The Death of Tony Conrad, Part 5
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