Noches de Chicago, el nacimiento del house, agosto de 1976: The Warehouse

Era el año de 1972 cuanto el joven Robert Williams salió huyendo de Nueva York, harto de la pesada carrera por sobrevivir. Nacido en el barrio Jamaica, de Queens se mudó a Harlem, estudió Leyes en la Universidad de Columbia y salía mucho a bailar, pero en su mente estaba la ciudad de Chicago, a la que llegó ese año con una idea fija: poner un antro muy intenso como los que visitaba en Manhattan como The Sanctuary, Better Days y The Gallery, pero en especial tenía en mente trasplantar el concepto de las fiestas de David Mancuso, por su hedonismo desbordado, fiestas privadas que organizaba en su loft, solo para miembros, donde la música era grandiosa y corría LSD de lengua en lengua.

Williams se dejó fascinar por la vida nocturna en Nueva York. Cuando trabajó como oficial juvenil en el Spofford Juvenile Center en el Bronx, conoció y se hizo amigo de los futuros astros de las tornamesas, Larry Levan y Frankie Knuckles, cuando los sorprendió de “pinta” de la escuela. Se los volvió a encontrar en clubes del East Village como The Dome y se dio cuenta de que ellos eran mucho mejores que él en la pista de baile, como platicaba años después.

Cuando Robert llegó a Chicago en el 72, lo primero que vio fue una escena nocturna prendida pero recatada, y después de unas cuantas fiestas con sus compañeros de la fraternidad escolar Phi Beta Sigma, hizo plan con media docena de amigos y se hicieron socios para fundar US Studio, precisamente basado en sus impresiones de las fiestas de Mancuso en Nueva York.

Warehouse Chicago

Abrieron en 1973 como el primer bar de jugos afterhours, en un espacio comercial, en el número 116 de la avenida South Clinton. Cuando la mayoría de los clubes y bares cerraban a las 3am, US Studio se mantenía abierto toda la noche con el concepto de barra libre de jugos, a 2 dólares la entrada.

El lugar se atiborraba en su escaso espacio con más de 500 personas, lo que llamó la atención de la policía, que no tardó en allanar las instalaciones, aunque se las veía duras para poder abrirse paso entre tantos asistentes. Además a pocas semanas de abrir el local se incendió, no estaba abierto, y solo se perdió algo de equipo. El club volvió a abrir sus puertas en la avenida South Michigan 1400, enfrente de una estación de bomberos, pero el espacio fue cerrado por los inspectores de incendios apenas un par de meses después de inaugurado.

El siguiente local, era un amplio espacio de 3 mil metros en el séptimo piso del número 555 de la calle West Adams, que inspiró simpáticas anécdotas dentro del superpoblado ascensor cada vez que subía con impacientes asistentes que mientras más subían más fuerte se escuchaba la música, así en cuanto se abrían las puertas literalmente corrían a la pista de baile, recuerda DJ Craig Cannon.

Para cuando Williams fue elegido presidente de la media docena, los DJs residentes eran los oriundos de Chicago Bennie Winfield y Michael Matthews, pero Williams hacía viajes frecuentes para traer música de las fiestas de Mancuso y de Levan, sobre todo 12″ de artistas como First Choice, B.T. Express y LaBelle. Dos años después una disputa por las cuotas de membresía deshizo al grupo y Williams formó The Bowery.

Chicago house

Había una brillante constelación de clubes como el Den One, Ritz, Le Pub, Broadway Limited, Dugan’s Bistro, pero también regía una acentuada segregación, con fuerte predominancia para los clubes gay para blancos. Paralelamente se articuló una red de clubes gay para afroamericanos y otras minorías étnicas, como Social Sounds y Castle in the Sky. Se desató una especie de política racial y propaganda cruzada pero la fiesta seguía en plena revolución sexual en los Estados Unidos, particularmente en Chicago.

Justo en este contexto Williams sabía que ante esta apretada competencia era clave un buen DJ para una gran reapertura del US Studio, con un sonido que marcaría la diferencia.

Fue a Nueva York para convencer a Larry Levan, pero éste no quería dejar Nueva York, y acudió entonces con Frankie Knucles, quien sustituyó a Levan en el club neoyorquino Continental Bubbles antes de caer en bancarrota, y lo convenció de mudarse a Chicago y ser el DJ estelar para la gran reapertura en marzo de 1977.

El nuevo US Studio en el 206 de la calle South Jefferson. Abrió sus puertas en agosto de 1976 abrió primero con fiestas cada quince días, en la segunda ciudad más grande de Estados Unidos en esos años, con una gran cantidad de clubes abrumadoramente orientados a la música disco, en medio de una gran efervescencia de la comunidad gay.

El nombre cambió por boca de los propios asistentes, porque la gente empezó a llamarle The Warehouse, y Williams acertadamente decidió rebautizarlo. Eran fiestas maratónicas, que oficialmente terminaban bien entrada la mañana pero podían extenderse hasta 48 horas. Algunos iban a sus casas y regresaban más tarde a seguir la fiesta.

Pero la gente de la “ciudad de los vientos” no aceptó de buen talante la música que llevaba Knuckles de Nueva York, a la que regresó, pero fue invitado a participar en varias ocasiones y cuando mezcló viniles en The Bowery que captó el sentimiento local y desarrolló un regreso a reventar la pista de The Warehouse en julio de 1977, un año después de que Williams abrió el lugar.

Robert Williams

Chicago: Noches salvajes de música prendida, ácido y sexo

A mediados de los años 70 en Chicago habían quebrado por la crisis económica numerosos sellos disqueros independientes de música funk y soul la industria musical prácticamente no existía y la segregación racial en la escena nocturna. En este vacío llegó Robert Williams con una propuesta que atraería a personas de todas las razas y preferencias sexuales.

Pero fue hasta 1979 que The Warehouse empezó a distinguirse de la escena clubber de Chicago, al incorporar híbridos de disco y funk típicos de la época en la radio, con trozos de Kraftwerk, hasta The Clash, Devo, Talking Heads.

Había una resistencia al estilo neoyorquino o garage, más propenso al ritmo downtempo, más cadencioso y ligero, a diferencia del sonido de Chicago, con un gusto más acentuado por la rudeza y la intensidad. Pero uno de los ingredientes secretos reconocidos por sus asistentes a las noches en The Warehouse, fue el ácido lisérgico vertido en el ponche de frutas. Con la esfera de espejos que se activaba al encender el ventilador, todo parecía moverse hasta bien entrada la mañana.

Durante los dos primeros años The Warehouse se erigió en el club nocturno más salvaje de Chicago. La cultura preparatoriana estaba en su apogeo, chicos y chicas que se divertían en la calle con la música del momento, en plena revolución sexual. Era el ambiente que encontró Knuckles cuando decidió regresar por su revancha. Se abrió paso en los clubes del Sector Norte de la ciudad como el Carol’s Speakeasy, antes Den One y dedicaba los sábados a The Warehouse. Eran antros hermanos, la gente salía del Den One cuando cerraba, para dirigirse al afterhours en The Warehouse.

Poco después, en octubre de 1980, Dave “Medusa” Shelton abrió su propio bar de jugos y definitivamente todo se desarrolló en el corazón de la comunidad gay, con muy fuerte difusión en revistas como Gay Life y Gay Chicago.

Quizá una de las virtudes de la cultura de la música house fue precisamente su carácter inclusivo, ya que las noches soul-disco como la del pop-rock estaban visiblemente segregadas, y The Warehouse se distinguió por su abierta tolerancia racial, étnica, sexual.

En una reveladora declaración el propio Frankie dijo sobre esa actitud inclusiva: “era la onda actuar gay, acudir a clubes gay, sin realmente ser gay, ¡imagínate!”.

Eso que llaman house: los finos “cortes” de Knuckles

Lo que mezclaba Frankie Knuckles en sus clásicos edits de soul, funk y disco, eran los nuevos sonidos en el aire: la música electrónica pop como Kraftwerk y del movimiento new wave. Algunas célebres reseñas de la época, como la de Brett Wilcots en Gay Chicago, registran esa nueva manera de mezclar, una “cruza” musical de  tracks como “Jezebel Spirit” de Brian Eno & David Byrne y “Walking on Thin Ice” de Yoko Ono, con temas comerciales de People’s Choice, Billy Ocean y Grace Jones, sembrando las semillas del sonido house en el camino, música editada especialmente para la pista de baile, para encender la noche y las almas, para nacer y crecer en medio de la intensa vida nocturna de Chicago, ávida de desafíos en la pista de baile.

A principios de los 80, Mientras que algunos fans de la música electrónica compraban sus discos en la Wax Trax!, Knuckles y otros DJs lo hacían en Importes Etc, de Paul Weisberg, que inició una relación simbiótica con Knuckles, y empezó a etiquetar sus discos como “escuchados en The Warehouse”, y que después se abrevió simplemente “house”. Fue en ese momento en que la leyenda cuenta el nacimiento del término house para el orgulloso híbrido que estaba naciendo de una polinización enriquecida con influencias y estilos diversos, para darle el rostro multifacético, al parecer inagotable, hasta bien entrado el siglo 21.

La magia empezó cuando Knucles supo que su amigo, Erasmo Rivera, estudiante de ingeniería de audio, que en una clase había aprendido a editar sonidos en cinta y ahora se dedicaba a “cortar” de todo. Fascinado con tal posibilidad Frankie le empezó a llevar discos para re-editarlos, se trataba de música disco de hace algún tiempo años, y probó de todo, siempre con el pensamiento puesto en la pista de baile.

Agregó a esta mezcla unas bases de ritmos generados por su Roland 909, para mantener una línea de groove constante y con ello implantó el estándar musical, y como todo sucedió en The Warehouse, un nuevo género musical había nacido.

La gente sencillamente enloqueció al escuchar esas versiones. Por ejemplo reeditó la canción “Baby, you got my nose open”, de Harold Melvin & The Blue Notes, para que empezara con el break de percusión, elaboró un loop con las voces “All you men, all you men…” antes de rematar con “…out there”, era la locura.

Una de las primeras noticias difundidas en los medios sobre el fenómeno house.

Este tratamiento fue aplicado a otros tracks como “Get on Down” de The Dells, que Knuckles detenía en el break con ruidos de multitudes y voz hablada “All right, let’s get it on!” justo antes de soltar el resto del break para hacer hervir a la gente.

El fin de un club, nacimiento del house

El año más salvaje de The Warehouse fue el último de su historia. Las condiciones que llevaron a su cierre fue la cantidad de menores que acudían a las fiestas, con padres recelosos que los iban a buscar. Pero el club estaba destinado a hacer historia. Se hizo masivo, se desbordó, y ya no era posible decir que era seguro.

Para 1981-82 Knuckles eran un DJ altamente cotizado, con noches intermitentes entre clubes como Sauer’s, Pyramid, Annex 2, The Smart Bar y el Metro. En noviembre de 1982 Knuckles abandonó las noches en The Warehouse, fundó su propio club, The Power Plant y después Power House.

Con el inminente cierre de The Warehouse otros antros afterhours se apresuraron a cubrir el espacio, The Playground, First Impressions y el Medusa’s. El propio hizo la mutación para dar paso a The Box, que abrió en 1982, donde sentó sus reales Ron Hardy, con las noches que hicieron crecer un género en ciernes, popularizar el clubbing afterhours y la cultura de las versiones edit en Chicago, además de lanzar la carrera estelar de Frankie Knuckles.

Ron Hardy inició su ascenso al estrellato. Las condiciones estaban dadas con esta red de clubes y el acceso a nuevos dispositivos creadores de sonidos y música, como los sintetizadores y las cajas de ritmos, en manos ahora de algunos productores locales.

Todo ello ¡antes de que los primeros tracks de house fueran grabados!, por artistas como Jamie Principle, Jesse Saunders, J.M. Silk, Farley “Jackmaster” Funk y Chip E.

A principios de 1984 la electronic dance music pasó a ser la divisa de los jóvenes de Chicago y otras ciudades del mundo, y a pegar en las tiendas y emisoras radiofónicas.

Hay mucha controversia en torno de cuál fue la primera grabación de música house pero se atribuye a Jesse Saunders en el sello Mitchball, probablemente “Fantasy” o “I like to do it in fast cars”, ambos de Z-Factor, por los elementos que integra, como cuerdas muy sintetizadas, estilo Kraftwerk, el patrón rítmico mecanizado y las líneas de bajo simples, pero no tuvieron el impacto como “Waiting on your angel” de Jamie Principle.

Este es un tema para tratar en otra de las cápsulas de tiempo de esta maravillosa historia de uno de los géneros seminales de la electronic dance music.

Créditos:

Foto destacada:

Chicago Tribune, 1 de abril de 2014

Con información y fotos de:

Jacob Arnold, Resident Advisor, mayo 2012

https://www.residentadvisor.net/features/1597

Streetsound Explorer’s guide to house

Manny Lehman, The History of house / Vinyl Mania

Chicago Mag

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